3.26.2007

CUEVA DEL TORNO, RÍO AGUASMULAS-3

EL PRINCIPIO

- Pero padre ¿cómo fue el principio?
- Pues empezamos desde el principio. Yo nací donde naciste tú, en la cueva del río, a unos dos kilómetros o tres de donde tiene su manantial principal y primero. Puede que no llegue a tres kilómetros. ¿El río se toma a la derecha para abajo o para arriba?
- Creo que es para arriba.
- Pues entonces a la derecha del río. Al este lado del río que nace en la huelga que ya sabes tiene se nombre tan bonico, debajo de la piedra del mismo nombre que el cauce y en el recodo. Tendrías tú ya cinco o seis años cuando nos vinimos al cortijo de las parras, que es donde te has criado y la hermana. Eso está en el kilómetro ocho, enfrente.

Más abajo, está la aldea de las juntas, el molino propiedad del tío que ya sabes y era el principal. Allí vivió una prima hermana mía que era nieta suya. Han vivido varios, pero que el molino se conocía por el molino de las juntas. Eran dos molinos en uno.

En el cortijo estuvimos hasta que nos bajamos a la aldea de las juntas para que fuera a la escuela una hija que tenemos. La profesora que había era doña Carmen, de Córdoba, que aquí tiene una hija. Y desde allí nos vinimos al poblado. Y aquí estamos. No es que se acabe la historia todavía. Cuento donde he nacido y ya estamos aquí.

Desde el principio, pues ya verás si tengo cosas desde el principio: ayer hizo cincuenta y nueve años que estuve yo en la guerra. Creo que hay quien dice que Dios, esto y lo otro. Yo lo he visto, no puedo asegurarlo porque no lo he visto, pero creo en que debe de existir. Enfrente de Lanjarón de Orjiba, este mismo día veintinueve de agosto del treinta y siete, estuvimos en un ataque. Sentías las balas pasar silbando junto a mi cabeza. No hacía nada más que decir: “hoy es último día de mi vida. Ya no me puedo escapar”.

Entonces no podía uno decirle a nadie que se encontrara adiós ni ande usted con Dios, na más que salud. Como dentro de los sentimientos de uno, de la fe de uno, no hay quien lo pueda averiguar eso, no es muy fácil, pues yo decía: “¿Y si Dios quiere guardarme, salvarme? Porque en todas las guerras quedan ¿Pues si Dios quiere salvarme de ésta?” No pesqué un chispazo. Me salvé. En fin, ya vinimos. Que el novio de una prima hermana mía que vive aquí, murió aquel día. Era del Olivico, hijo de uno que le decían el tío Nemesio.

Cuando volví de la guerra todavía estábamos en el cortijo. Tenía entonces veinticinco años y cuando nos vinimos al poblado, tendría sesenta. Conque fíjate. Mira: un día, en la cueva del Torno, estaba picando esparto un hermano mío y como yo era chico, voy y pongo la mano así, me dio con la maza y me partió este dedo que ves. Que por cierto, eso no me ha estorbado nunca nada más que para pisar las cuerdas de la guitarra. Así que de la Cueva, recuerdo poco, pero después de mayor, si fui por el lugar. La puerta que teníamos en la cueva donde estábamos, la tengo ahora en mi casa de recuerdo.

Más abajo de la Fresnedilla es donde se encuentra la cueva. Al asomar ahí por el cortijo ese que hay olivas que es el Cortijo, al dar vista al barranco que en lo hondo se ven muchas nogueras e higueras, en una cueva que se ve allí, aquello es la cueva del Torno. Lo que nosotros teníamos eran tierras, muchas nogueras, higueras, granados, ciruelos y animales. Mis padres nacieron en la cueva y murieron los dos en el Cortijo. Yo me casé ya bastante mayor, de cuarenta y un año.

Tengo estudiado cinco parrafillos y, además, tengo grabada una cinta que salen los cinco parrafillos, con las vacas uncías con los frontiles que te enseñé el otro día. Yo hablando, digo:

Le ruego a las juventudes,
defienda la agricultura,
que de ella vivimos todos,
sin ningún lugar a duda.
También la ganadería,
que son los apoyos grandes,
de provecho y la alegría.
Dejemos el egoísmo,
que es lo que nos mata a todos,
y no nos deja vivir
y nos trae tos los trastornos.
Atender este consejo,
que este anciano os dirige,
podremos vivir agusto
y tranquilos y felices.
Este consejo que doy,
es de todo corazón,
quiero el bien para el mundo entero,
Y ya no tengo más razón.

Con los animales en el cortijo, pues siempre navegando con ellos, con agua, nieve, frío. Yo en los campos de Hernán Pelea, he estado también. A la escuela no he ido. He aprendido un poco a leer y escribir preguntándole a unos y otros. Me ha gustado leer cosas originales. Leí un parrafillo que decía, que aunque ya la memoria va marchando, las cosas que me gustan las tengo grabadas y no se me olvidan. Cuando llega la ocasión, se me viene a la imaginación. Decía: “Cuando se obra bien se siente uno alegre y cuando se obra mal, se siente remordimiento. Es la voz de la conciencia que habla dentro de nosotros y nos dice lo que está bien hecho y lo que está mal hecho”. Y a mí no se me ha olvidado.

LOS NOMBRES

Desde el Cortijo, los nombres te los puedo contar de esta manera: estamos enfrente de Peña Plumera, que es el punto más alto que se ve desde allí. Aquello y Pedro Miguel, que se ve un barranco abajo. Por debajo hay un sitio que le dicen la Charca, a la Fuente de la Maleza, el Chorreón de la Charca, el Cinto, por ahí se ve todo el Hoyazo, las Banderillas, el Cinto de los Frailes. Los Pardales ya no se ven, sólo llega al verse el Cinto. Desde la Cueva al Cortijo, por el camino, tenemos el arroyo de Aguasmulillas, se pasa por este arroyo. Por la Fuentecica, que hay unos huertos que los sembraban, por debajo una huelga que se llama Huelga Grande. Ya más abajo, la Roza del Río a un huerto de olivas que hay que le dicen la Rocilla y llegamos al Cortijo.

Desde allí salimos para abajo, hacia la aldea de las juntas. Pasa uno por lo de Montoya, un hombre que vivió y tenía una huertecilla allí, hay otro pedazo que le dicen Huelga Blanca, que era nuestro. Más abajo el Puente de los Borregos, la junta del arroyo del Hombre. Esto todo en la orilla del río Aguasmulas. Desde la junta del arroyo del Hombre, para abajo a la aldea de las juntas. Se pasa por un sitio que le dicen el Vallejo de los Frailes a dar al molino, que era lo primero que se encontraba uno. Los cerros que hay, conforme se baja, los cerros que hay en la aldea de las juntas, es el Cerro de la Torquilla y el otro que hay por encima, se llama el Cerro de la Bandera. Y otro, la Piedra del Mulón, también está enfrente del Cortijo. Una piedra más alta que se ve sobre salir en medio de una loma. Esa es la Piedra del Mulón.

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