4.06.2007

CUEVA DEL TORNO, RÍO AGUASMULAS-21

TAMBIÉN SE SECO LA FUENTE

Nos retiramos de la noguera. Quiere que veamos la Fuente de Abajo.
- De ahí cogíamos el agua para el cortijo y para regar la huerta.
Por la parte de atrás nos vamos a media ladera dirección al la gran molen de la Piedra del Mulón. Los granados también están repletos de frutos. Las encinas siguen enredando entre sus ramas a las viejas parras y los olivos, a pesar del ataque de los ciervos, están cargados de aceitunas.
- Las de este son de agua.
- ¿Quieres decir que las cogías para endulzarlas?
- Y eran unas aceitunas riquísimas. Entre estas y las de arriba había alrededor de dos mil olivas. Ahí mismo había una casa de uno que le llamaban Sinando. La de la Ramona estaba más arriba.
- ¿Qué hacías con estas aceitunas?
- Pues cogerlas y llevarla a la Venta de Luis para molerlas. Del aceite que sacábamos nos alimentábamos a lo largo del año.
- La Venta de Luis coge lejos de aquí.
- Pero no había más cerca.

Y ahora caigo en la cuenta que hay que pararse un poco. Hay que mirar despacio hacia lo hondo del abarranco y verlo avanzar por la senda con las bestias cogidas del cabestro. Los animales van cargados con los negros sacos de aceitunas y caminan cansados. Son muchos kilómetros desde aquí a la Venta de Luis. Son muchas las cuestas, las hondonadas, el monte, los cauces y las horas. Ahora lo veo en el molino del río Grande moliendo sus aceitunas y un rato después lo veo subir otra vez por la misma senda. Un día largo entre ir y venir y no se ha terminado la faena. Mañana hay que volver otra vez, pasado también y así hasta que todas las aceitunas estén molidas y el aceite descanse en las vasijas y entre las paredes del Cortijo.

¿A quién se le ocurriría construir un cortijo tan lejos y en lo más alto de estas cumbres? La cantidad de pasos que hay que dar para reunir el alimento necesario a fin de que siempre haya algo que comer y sobre todo, en la temporada de las nieves. ¿A quién se le ocurriría construir un cortijo en semejante lugar? Las cuestas son tremendas y el esfuerzo al límite de lo que se puede aguantar. ¿O es que quizá ellos eligieron este rincón porque está a dos pasos del cielo, escondido casi entre las estrellas y, además, el aire es puro? Hay que ver lo que fueron aquellos serranos.

La Fuente de Abajo, de la que ellos cogían el agua para beber en el cortijo y para regar los hortales, no tiene agua. Se ha secado. Sólo muchas zarzas, un puñado de juncos, mucha mejorana, las viejas encinas y la tierra seca.
- ¿Qué ha pasado?
- No lo puedo explicar. Nunca, a lo largo de tantos años viviendo en este cortijo, yo he visto esta fuente sin agua.
- Pero ahora mismo estamos aquí y con nuestros ojos lo estamos viendo. Está por completo seca. ¿Qué ha pasado?
- Vamos a llegar hasta la Fuente de Arriba. Es que eran dos manantiales. Donde brota esa fuente de arriba es lugar de tierra tan buena, que era gloria pura. Ahí se criaba de todo y de una calidad insuperable.
- Ya que estamos aquí, vamos a llegar a la Fuente de Arriba.

En mi interior pienso que también estará seca. Si ya no tiene agua la Fuente de Abajo, seguro que tampoco corre la Fuente de Arriba. Atravesamos las zarzas, rozamos las parras repletas de uvas, algunas negras que son las soteñas y otras blancas que son las buenas, apartamos las zarzas, rozamos las matas de mejorana y ajedrea y llegamos al rincón. También esta seca está fuente.
- Pues si no lo veo con mis propios ojos no lo hubiera creído.
- Los tiempos que ya son otros. Fíjate que hasta las fuentes dejan de manar aunque el agua sea abundante. Todos sabemos que este año ha sido un buen año de lluvia. Pero las fuentes ya no brotan por el mismo sitio.
- Como si con nuestra ausencia hasta la misma sierra hubiera perdido un poco su identidad.
- La sierra ya es otra a la que cuando vosotros estabais por aquí. Y por eso ahora me pregunto: si en estos días vivierais en el cortijo ¿qué hubiera sido de vosotros sin agua en vuestras fuentes?
- También habría que preguntarse: si todavía nosotros viviéramos en el cortijo ¿se habrían secado las fuentes?

- Claro que es una buena pregunta, pero ten en cuenta que en las fuentes no han intervenido los hombres. Es una decisión de la naturaleza y a mayor profundidad, puede que hasta un deseo de Dios. Pero la pregunta sigue valiendo. ¿Por qué se han secado las fuentes ahora que vosotros ya no estáis y antes nunca dejaron de manar?
- Cuando se lo diga a mi hermana y a mi mujer, no se lo van a creer.
Nos sentamos en el borde de lo que fue el canal que llevaba el agua desde esta Fuente de Arriba hasta las tierras de los olivos y los hortales de la puerta del cortijo y como si quiera encerrar lo que por mis ojos ahora mismo está entrando, digo: “Desde la Fuente de Arriba, por el lado que pega a la Piedra del Mulón, la panorámica es impresionante hacia el cerro de las Canalejas. A nuestra espalda queda la preciosa Piedra del Mulón ahora a dos pasos de nosotros”.

- Pues esa tierra que se ve ahí mismo se llamaba la Fuente del Ranchal. Aquí “en derecho”, donde hace hoyo. Por ahí mismo sube el camino que ya hemos comentado antes. Cruzaba e iba a salir a los Cenajos de la Piedra del Mulón. Aquello, la Orquilla del Mulón y el punto más elevado, pues la piedra.
- A lo alto ¿has subido tú alguna vez?
- Mucho más de una. Se sube por aquel lado, siguiendo la lancha.
- Sigue ahí mismo y me dices si aquel monte que estoy viendo enfrente se llama Puntal.
- Es el Collado de las Cabras o el Puntal de Majá las Cabras. Si observas bien, se encuentra entre los dos morros aquellos. Por debajo esta Cubero. Más abajo quedan los Chorreones. Aquel lado están las Canalejas. Un poco más para acá, por este monte que asoma, se encuentran los Aguaciles. Aquel puntal más alto que se ve, es Majal Alto, donde está la caseta de los fogoneros. Fuente del Roble cae por de bajo, enderecho, aquí a la izquierda.

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