4.16.2007

CUEVA DEL TORNO, RÍO AGUASMULAS-25

ALGO DE LA MADERA

Te pongo otro ejemplo para que se vea que siempre es mejor entenderse con las personas que no ir contra ellas a la fuerza. Ese pedazo de tierra que te decía antes era una huelga, lo tenía yo labrado y preparado con el estierco extendido y todo para sembrarlo. Y llegó un capataz de esos de la madera. Me dice: “Bueno, ¿qué le pone usted de precio a lo que pueda recoger del trozo de tierra ese y se lo pagamos?” digo: “Hombre, pues lo que se vea. Una cosa que nos convenga a las dos partes”. Lo arreglamos y quedamos en que me darían mil pesetas.

Ellos se liaron a ajorrar ahí madera y pasaba el tiempo sin pagar nada. Uno que se enteró de la cosa y me dijo un día: “¿, te han pagado la cosecha que ajustasteis?” Digo: “No, no me han dado nada”. “Pues espabila que son capaces de no pagarte nada”. Le digo: “Pues verás que pronto está esto ventilado”. Voy a ver al encargado y le digo: “¡Qué! ¿Cuándo se va a cumplir lo que pastamos?” Me salió diciendo: “Hombre, que... ya verás... con nosotros no hay problemas”. Salió con arengas y entonces voy y le digo: “No, mire usted: cuando pasen veinticuatro horas, si no me pagan lo que hay tratado que sepa usted que las cosas terminan mal. Unzo un par de vacas, le engancho una cadena y no queda un palo en el piazo. Esos van todos a parar al río. Eso va afuera de mis tierras. Así que ya sabe usted. Les queda ese tiempo para hacer real lo que se habló”.

¡Pues tardaron en mandarme a uno con un vale para que fuera a cobrarlo! Y me lo pagaron tal como habíamos acordado. Hombre, yo eso no. Las cosas como son.

Y ya cayendo la tarde, regresamos por la vereda, pero en lugar de seguirla fielmente, se tira derecho al río. Lo seguimos y claro: las cosas ahora en la sierra, no son como en aquellos tiempos. De no usar la senda, los pasos se han perdido, el monte se la ha comido y las zarzas lo invaden todo.

Así que nos cuesta mucho acercarnos hasta la corriente del río y cuando por fin estamos junto a las aguas, no podemos pasarlas. Hemos venido a salir por encima de los Tobones y por debajo de la huelga que el camino aprovechaba para atravesar el cauce. Pero no se arredra y por eso dice:
- ¿Para qué pensáis vosotros que me he traído el hacha?
Y le decimos que para usarla en caso de necesidad y como la necesidad se nos ha presentado, pues se pone mano a la obra y en unos minutos trocea el tronco de un pino seco que se ha caído no hace mucho.

DIA TERCERO
CON LAS VACAS POR EL RIO

Hoy es catorce de septiembre y como todavía tiene muchas cosas buenas que contarme, hemos acordado echar otro rato. Lo llamé anoche y me dijo:
- Mañana tengo yo que irme con las vacas por el río. El muchacho que las cuida tiene que ir a Cazorla y acordamos que me quedaría pendiente de ellas. ¿A qué hora vendrás?
- Llegaré a media mañana o así.
- Pues estaré por el río. Incluso por el camino puedes entrar con el coche. Sabiendo la hora ya estaré pendiente y ya mañana hablamos porque yo, como siempre digo, a los amigos hay que tratarlos como amigos. Si ahora echamos un rato por el teléfono, esto cuenta dinero y aunque no lo pague de mi bolsillo, me duele que un amigo gaste dinero pudiéndolo ahorrar.
- Pues mañana hablaremos.

Y como mañana ya es hoy, me acerco al poblado. Descubro que ella, sentada en la puerta de la casa, espera. La saludo, le pregunto y me dice:
- Pues yo lo estoy esperando porque la hora de la comida es ya y él no se ha llevado nada para comer. Sabe bien que yo no puedo ir a buscarlo, así que si quiere comer, que venga.
- Seguro que viene, pero ¿qué le preparas de comida?
- Ya ves que estoy pelando unas patatas. Pondré un arroz con patatas, pimientos rojos, chicha y un trozo de chorizo. Yo otra cosa ya no puedo hacer.

PELANDO PATATAS

Ella estás esperando que la llamen para ser operada de la vista. No ve casi nada. Mucho menos que su marido. Le digo que yo traigo una tortilla y otras cosas que nos la podremos comer como hicimos el otro día. Le digo que voy a esperar un poco por si se presenta y si no, me iré a buscarlo.
- Pero es que yo hoy tengo interés en hablar con la hermana. ¿Dónde estará?
- Pues yo que sé. Seguro en su casa o por la casa de alguna vecina.
- Si me dices donde vive voy a ver si la encuentro.
- Ahora te acompaño. Mucho, no puedo moverme, pero vamos a ver si la encontramos.

Deja de pelar las patatas, busca un bastón y encorvada se mueve hacia la calle. La calle donde ella vive precisamente este mañana me he dado cuenta que tiene el mismo nombre del río donde nació. Calle Aguasmulas y ellos nacieron en este río hace ya muchos años. Se mueve hacia la esquina de arriba, la sigo y cuando llegamos a la casa donde vive la hermana, golpea con su bastón y no está. Le preguntamos a la vecina y nos dice que se ha ido a la casa de una amiga suya por la parte de arriba del poblado, junto a las escuelas. Un niño pequeño que juega en el patio, sale corriendo a buscarla y mientras la esperamos volvemos otra vez a la casa de.

Casi a la par llegamos los tres. Saludo a la hermana y le digo que hoy quiero que ella me hable de la tierra donde nació. La vi el otro día con mucho deseo de contarme sus recuerdos, pero como estábamos todos juntos, su hermano no le dejaba entrar en profundidad en las cosas que ella quería contar.
- ¿Y qué quieres que te diga?
Me pregunta algo emocionada, pero ciertamente satisfecha de que en esta ocasión la haya elegido.
- Podríamos empezar por la mudanza. Como fueron los últimos días en aquellas tierras y cortijo tuyo y cómo fue luego el momento de cargar con los bártulos y salir de la tierra para siempre.
- Del tema tú ya has odio algo de boca de mi hermano. Pero en fin, me experiencia particular sí que la tengo y aquellos días los viví con especial emoción por el gran ajetreo y la cantidad de sensaciones desagradables que a todas horas sentías. ¿Qué es lo que a ti te han contado?

- Lo que a mí me han contando coincide un poco con lo que me dices. Las personas vivisteis unos días llenos de confusión. Tristes lo más de los ratos, llenos de entusiasmos en algunos momentos, desconfiados y perplejos a todas horas. Cuando ya se acercó el momento en que de verdad tenías que dejar las tierras, por lo que me han contado, a muchos les pidieron que se concentraran en este pueblo. Por lo visto tenían preparado algo así como un autobús y subidos en él, os iban a llevar a lo que vosotros llamabais una excursión a lo desconocido. Ellos os dijeron que os pagarían todos los gastos y que tardarías tres días en llegar. Bueno tres días en llegar, no era por la distancia, sino que aprovechando el viaje os querían llevar a sitios que nunca había visto para que así os empezara a gustar vuestra nueva vida.

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