11.10.2007

Paisajes del Alto Guadalquivir//Rumor de poemas-3

Es abundantísima y hermosa la flora de este parque natural. Queda bien recogida en varios catálogos y son alrededor de dos mil especies. Plantas endémicas, que sólo se dan por estos rincones, existen un buen número. Aquí tenemos un catanache que me gustó especialmente. Por todo el parque.

NO SÉ HABLAR #

A mí, que no sé hablar
y todo entero soy tan nada
que ni letras tengo ni títulos,
ni nombre ni tierra ni casa
y lo que más llego es a tener
cuerpo enclenque y carne flaca,
a mí que me regalaste aquel día
una espléndida mañana,
un camino ya olvidado
que atraviesa las montañas,
un silencio profundísimo
donde se te oías que andabas,
un arroyo de aguas limpias,
un bosque espeso y virgen
y una flor inmaculada.

A mí que no soy nadie
o un ser de clara calva
que pasa y a nadie interesa
ni a nadie importa lo que habla
y por eso quedo arrinconado,
cosa de poca importancia,
a mí, me regalaste aquel día
la primavera completa
y me diste la fuerza exacta
para que andara los caminos
que también me regalabas
y el viento con el blanco sol
y el amor por la tierra amada.

Tú te fijaste en mí
sin tener títulos ni habla
y me regalaste la belleza
cuando yo aquella mañana
de tu mano iba por el edén
que también me regalabas.

El río viste su traje de gala en cada momento y rincón de su recorrido. Nunca es el mismo ni tampoco nunca es menos bello que antes. Guadalquivir justo donde a éste se le junta o entrega el otro río diamantino: el Aguasmulas. El segundo río importante que, en forma de afluente, recibe por el margen derecho según baja. Sierra de Segura.


UN REGALO PARA EL ALMA *

Contemplar este paisaje
es un verdadero lujo.

Sí, compañero.
Aquí se ha detenido el tiempo
y el transcurrir de las horas no cuenta.

Cielo, nieve, árboles, tierra y agua
un bello pentagrama
con cinco vocablos tan grandes
como la inmensidad del alba.

El viajero, se sorprende.
Al caminante, se admira.
El peregrino, descansa.

Y yo que soy trovador
de las cosas que me agradan,
qué decir de este paisaje
que no se dijera ya
en la voz de quien pasara.

El cielo, nítido y limpio.
La nieve, más pura y blanca.
Los árboles, verde musgo.
La tierra, nunca sembrada.
Y todos, buenos amigos,
en los espejos del agua.

La visión de estos lugares,
un sueño, una esperanza...
Un regalo de la Sierra
para guardarlo en el alma.

Después de las intensas lluvias, el arroyo del Cerezuelo se llenó de la manera que muestra la foto. Es por la cascada de la Caída o del Cubo y por donde los pinares se agarran a las recias rocas. Sierra de Segura.

CONCIERTO CELESTIAL *

El agua del río corre,
se desliza y salta
buscando en su camino
el remanso que le haga
más tranquila
y menos turbulenta.

A su paso por la frondosa
vegetación que alimenta,
va formando cien órganos
que arpegian la dulce sinfonía
que aprendiera del cielo
de la alta sierra,
o de la luna que más la platea
en las noches de creciente.

En la falda de la verde montaña
por entre las pulimentadas rocas
que permiten su cauce,
el agua se desploma convirtiéndose
en mechones virtuosos
y en columnas musicales
proclamando el inacabado concierto
en homenaje a la Creación.

Escucha hombre,
de esta belleza exclusiva,
el arquitecto es Dios.

Cola del Pantano del Tranco, justo por donde estuvieron las huertas de la aldea que sepultaron las aguas. La de Bujaraiza y el rincón de la Huerta Vieja. Lo que muestra la foto ocurrió una tarde de otoño. Sierra de Segura.

LA TORMENTA *

Hasta el mismo corazón de la sierra
ha llegado la tormenta, y aquí,
en una eclosión de nubes y de vientos
ha descargado su máxima fiereza:
relámpagos y truenos,
aguas torrenciales,
vientos huracanados sin tregua.

El universo de agita
y hasta las ingrávidas montañas
sienten los látigos de la fuerza.

Así también, a veces,
al corazón humano llega
la inesperada tempestad,
y en él, un duelo de pensamientos,
emociones, sinsabores y tristezas
lo hacen estallar, convirtiéndolo,
en el punto decisivo de una guerra.

Después...
Meditación, calma, paz...
Bajo el mismo sol y las estrellas.
La oración de los silencios.
El pañuelo de las lágrimas.
El llanto de la miseria.

Luego...
La corriente de la vida
todo hacia el mar se lo lleva.

Cola del Pantano del Tranco, pueblo de Hornos y pico del Yelmo desde las Sierras de las Lagunillas. No podré olvidar nunca la belleza que irradiaba aquella mañana y menos la visión que Dios me regaló desde las laderas de las cumbres que de enfrente, por donde remontaba. Sierra de Cazorla, Sierra de Segura.

FANTASÍA SOÑADA #

Vi yo ayer la cola del pantano,
por donde estuvieron los cortijos
y fueron las tierras del paraíso
tupidas de cerezos y de manzanos,
y vi yo que el agua había bajado
tanto o más que cuando la sequía
de hace seis o siete años.

Por la orilla brillaba la tierra roja
y por donde estuvo el cortijo blanco,
los tarayes secos emergían mudos
y donde pastaban las ovejas aquel año,
piedras lavadas y más tierra ocre
y orilla adelante, todo denso barro.

Desde la curva del almendro verde,
mudo ayer estuve yo mirando
y como tantos otros días y atardeceres,
sentí la tristeza y sentí el llano
frente a la sequía a pesar de las aguas
y frente a la soledad a pesar del pantano.

Ayer tarde, como tantos otros días
sentí que el tiempo sigue pasando
y el paraíso que cubrieron las aguas,
como si al esconder estuvieran jugando:
en los años de las abundantes lluvias
todo queda por completo tapado
y en los años de las sequías profundas,
todo queda al descubierto y gritando.

Cuando llega la primavera, las sierras que dan cuna al río, se visten con los trajes más bonitos. Los rosales silvestres, los majoletos y otros arbustos, se reparten por las cañadas y allí donde brota un chorrillo limpio, ellos clavan sus raíces y adornan con sus flores.

UNA FLOR PARA OTRA FLOR *

En esta primavera,
en este mes de mayo,
te llevaré, si quieres,
en un bello racimo
con la siguiente oración:

Emperatriz de los cielos.
Del corazón de la sierra,
para dejarla a tus plantas,
traigo esta bonita flor.

Esta rosa inmaculada
en primavera nacida
cambiándose los colores
de rosa a blanca pasó.

Y cuando crecida y pura
todo llena de hermosura
dio a sus filamentos oro
donde la abeja procura,
de su néctar, el mejor.

Así de blanca y sencilla
permitió esta maravilla
la arrancara de su tallo,
porque, sabiendo que es mayo,
mes de la Reina del Cielo,
para cumplir nuestro anhelo
qué más bonito regalo:
dar una rosa a otra Rosa,
dar una flor a otra Flor.

Amanecer en el Pantano del Tranco. En cada momento y hora, cualquier día del año, los paisajes del "Edén", son como sueños que despiertan y se renuevan sin interrupción. Sierra de Segura y Hornos.

EL SOL DERRAMÓ SU BRILLO #

Me fui aquella mañana
camino del valle perdido.
Crecía la hierba,
temblaba en ella el rocío,
se extendían las nubes
siguiendo las aguas del río
y en la mañana encantada
el campo estaba tan lindo
que solo mirar y callar
era un placer infinito.

Llegué aquella mañana
adonde crecen los lentiscos
y la piedra grande se clava,
me paré y miré distraído
y ante mis ojos y el agua,
el sol derramó su brillo
y la luz bordó con su juego
un dibujo y cuadro tan fino
de reflejos plateados
y de olas con surquitos,
que me quedé embelesado
y por dentro, bien herido.

Me fui aquella mañana
de aire húmedo y tibio,
pisando la tierra amada
cuando la hierba brotaba
y la bañaba el rocío
y se me reveló la belleza
en el rincón escondido
cuando menos lo esperaba
y menos tenía merecido.

Tarde de otoño en el Pantano del Tranco, Bujaraiza y cerro del Almendral. Después de una gran tormenta la sierra se queda teñida de una limpieza y luz que asombra. Sierra de Segura y Hornos.

BELLEZA ASOMBRADA #

Iba yo en mi sueño
de la tarde enredada
en los pinos añejos
y las nubes blancas
y, al soñar los caminos
que busco y me llaman,
se me abrió la belleza
desde el fondo del agua
y se me hizo cumbres
de nubes arropadas
y se me hizo viento
y asombro en el alma.

Era en el otoño
y en la tarde apagada.
Las nubes corrían,
el viento soplaba,
se teñían de oro
las olas del agua
y se llenaban de sombras
las praderas largas.

Iba yo en mi sueño
conmigo y en mi alma,
buscando caminos
y soñando albas.

Se me abrió la belleza
como yo, asombrada,
en la tarde de otoño
y el fondo del agua.


El famoso Charco del Aceite, no de la Pringue, remanso artificial a seis kilómetros por debajo del muro del Pantano del Tranco. En los atardeceres otoñales, cuando el invierno llena de niebla todos estos barrancos y cuando la primavera viste de verde las laderas y vegetación que arropa al río, este rincón se transforma en una belleza sin par. Sierra de las Villas.

RÍO QUE ERAS NIÑO #

Todavía precioso
y de verde vestido,
se remansa en sus charcos
escoltados de pinos
y se funde con la brisa
que juega con los niños
en el mar ensanchado
que le han construido
entre las murallas
de rocas y lentiscos.

¡Oh tú, mi hermano
río que eras niño,
en aquellas praderas
que fueron tu nido
y hoy ya te veo
grandioso y crecido,
ahora más que nunca
quisiera contigo
fundirme y marcharme
o morir despacico
antes que perderte
y morir sin alivio!

Todavía precioso
y de verde vestido,
Guadalquivir plateado
juegos y divinos
reflejos del Dios
que en un punto y unidos
nos tiene a los dos,
en su seno escondidos.

Es una planta endémica. Los serranos lo llamaban Tabaco Gordo porque al parecer, fumaban sus hojas. La atropina que contiene es alcaloide. Sin pretenderlo ni buscarlo, pero sabiendo que por allí estaba, nos la encontramos aquella tarde y ello nos alegró mucho. Sierra del Pozo.

LA BELLEZA ESCONDIDA #

Cara al sol de la mañana
se abre la agreste ladera,
por arriba queda dibujada
por el perfil de la cumbre,
pura roca toda blanca
como las nieves que las nubes
deja en ellas amontonada,
por abajo queda la ladera
airosamente adornada
por el surco del río cristalino
que sereno trae sus aguas
de las cumbres que se enfrentan
a la ladera anunciada.

En el centro de esta pendiente
que es como un mar de ancha,
se abren varios arroyos
con sus valles y hondonadas
y por donde también revientan
fuentes copiosas y claras
bajo los robles milenarios,
las tremendas cárcavas
y los bosques espesísimos
que a la ladera engalanan.

En el corazón de los bosques
y escondida entre las zarzas
allí me encontré las flores
de la que es escasísima planta
por las tierras de este parque
aunque no sea una planta rara,
pero yo por si acaso,
me la traje en el alma
y ahora cuando la recuerdo,
dibujada en la distancia.
¡Qué bonito era aquel rincón
cara a sol de la mañana!

Río Guadalquivir justo cuando éste comienza a salir de su sierra. Parte de abajo del Puente de los Agustines. La Veleta, es el picacho rocoso que corona, el mismo que clava sus cimientos en el Charco del Aceite. Invierno, cuando el río lleva menos aguas y un día de lluvia y niebla. Sierra de las Villas.

AL RÍO DEL EDÉN #

Cuando ya no esté, Dios mío,
y el río del edén siga corriendo
con la transparencia que lo he conocido
y con la luz y gozo que me daba contento
desde aquella primavera que me lo encontré
chiquitico, allí donde duerme el viento,
para cuando ya no esté, Dios mío,
sólo tres cosas pedirte ahora quiero:

Permíteme que cada noche sueñe
con este río que aquí me dejo
y permíteme que sienta el rumor de su corriente
con la misma claridad que hoy la siento
para que mi corazón enamorado
no se muera de tristeza en aquel destierro.

Permíteme, Creador de las estrellas,
que cuando esté soñando este dulce sueño,
pueda percibir el olor de las montañas
que dan vida al que es el río más bello
y permíteme que pueda coger
los juncos y las ramas de los fresnos
para que en aquella distancia amarga
siga un poco más vivo, aunque esté muerto.

Permíteme, amado Dios de mis entrañas
que cuando ya no esté y me alimente con el sueño,
encuentre cada noche un prado limpio
y un poquito de hierba junto al sendero
para refrescar la sangre de mis venas
y seguir creyendo, que aunque muerto,
vivo todavía por estas riveras
donde recibí de Ti tan hondo beso.

Atardecer en el Guadalquivir después de la lluvia y por debajo del Charco del Aceite. ¡Qué bonitas son las tardes otoñales cualquier día y en cualquier rincón de estas sierras! Sierra de las Villas.

HERMOSO GUADALQUIVIR #

Claro río que hermoso corres
ajeno a quien te mira
porque tú eres la belleza
y eres la clara sonrisa
que manando de la sierra
naces repartiendo vida
y de la sierra te alejas
para hacerte más semilla,
yo ayer te vi brotar
donde la lluvia caía
y luego te vi remansado
donde la hierba germina.

¡Qué gozo si hoy yo pudiera
contigo irme en la brisa!

Claro río yo te saludo
en esta tarde perdida
de pinares y romeros
y de nieblas diluidas
y donde en tu curva te meces
y a mis ojos encandilas,
se me aviva en el alma
la voz que en lo hondo grita:
ASi tú eres espejo de Dios
y obra por Él esculpida,
dime río plateado
"cómo es el Dios que a los dos
nos creó y regaló la vida?"

¡Qué gozo si hoy yo pudiera
contigo irme en la brisa!

Claro río que hermoso corres
ajeno a los que te miran,
eres espejo en la tarde
y fuente de aguas purísimas.
¡Qué gozo si hoy yo pudiera
contigo irme en la brisa!

Una de las mil curvas limpias y llenas de tonos verdes que el río tiene a lo largo de su recorrido y más, cuando ya se aleja de las sierras. ¡La de momentos sublimes y profundos que el río ha dejado estampado en lo más hondo de lo que soy! Guadalquivir por debajo del Pantano del Tranco. Sierra de las Villas.

¿ADÓNDE VA EL RÍO? #

La transparencia del río
en la curva ancha
ha sido el espejo que esta noche,
toda la noche larga,
ha estado llenando sin querer
toda mi alma.

Y mientras la he estado recorriendo
y al llegar ahora la mañana,
me he estado preguntando y diciendo
que adónde van las aguas
tan limpias y tan serenas
que en la noche mágica
no han dejado de correr
o de estar remansada
por la curva ancha del río,
ya al final de las montañas.

Y me lo pregunto porque este río
siendo el mismo que por las tierras saltas
no es el mismo que pasa por los campos
ni el que ensucian en las casas blancas
ni el que remansan para que se bañen
los turistas de las avalanchas,
sino que este río mío,
el que por mis sueños corre en aguas claras,
es el que no tiene nombre
y aunque es y corre, nadie lo mancha
porque pertenece al espíritu y al sueño
que sólo es y existe en mi alma
y por eso preguntaba que adónde
va y muere este río de plata.

Nota del autor: este poema tiene dos partes más.
Es una trilogía que nació de un sueño.

Ninguna flor silvestre es más bella que otra ni se encuentran en distintas escalas, según la ciencia del amor a la naturaleza. La otra ciencia, tiene sus puntos de vista. Lo que muestra la imagen es la simple flor de un gamonito, planta abundantísima en todo el parque y muy común. Fue un día de primavera por las cumbres de la altiplanicie Albarda. Sierra de las Villas.

CUSTODIA FLORAL *

Como una custodia floral,
así te alzas Gamonito.
Como una custodia.

Ya se abren tus flores
al todavía tibio beso
de la primaveral mañana.
Pero cuando el sol del mediodía
te regale el esplendoroso
rayo de su boca de oro,
tus cálices se abrirán
y tus estambres, como diminutas
antenas, percibirán la sagrada
bendición del universo.

Sé generoso, caminante,
y no trunques
su delicada hermosura
para dejarla después, solitaria,
en la opaca vasija de cristal
donde morirá olvidada.

Déjala seguir viviendo
en su tallo, para que en él,
los humanos, podamos comprender
la grandeza del infinito,
plasmada en la belleza de una flor.

Como una custodia floral,
así te alzas Gamonito...
Como una custodia.

El río se va de la sierra que le ha dado vida y del alma que lo ha seguido a lo largo de su recorrido. Pero todavía unos kilómetros antes de alejarse de sus cumbres, juega y embelesa al alma que lo ama. Sierra de las Villas.
EL NUEVO JORDÁN *

Te soñaba como sueña
el amado con su amada.
Como sueña la avecilla con su nido,
el preso con un rayo de esperanza
y la madre en los brazos con su hijo.

El susurro de tu agua cristalina,
una tarde de abril llegó a mi alma,
diciéndome con versos quedamente,
que en los claros- azules del torrente
bogando por tu cauce me esperabas.

Acudí a la cita muy temprano
y ante tanta grandeza desprendida,
comprendí,
que los sueños renacen cada aurora,
siendo para el pecho en que se afloran
símbolo de amor y bienvenida.

A la orilla de tu plácida corriente,
desmonté de mi regia cabalgadura
como lo hiciera en su visita un caballero
y te ofrecí, con mi espada, mi armadura.

Apagué mi sed de peregrino
sin más vestimenta que mi alma,
porque siéndote mi entraña enajenada,
desnudo me recliné en el venero
del mágico Jordán del que yo espero
me bautice la pureza de tu agua.

Un trozo del Guadalquivir cuando ya va terminando de alejarse de las sierras donde nació. Unas curvas más y se mete por entre los verdes olivares que lo reciben alborozados. El último puente de aquellos tiempos y las últimas cascadas antes de hacerse gran remanso por el corazón de Andalucía. Sierra de las Villas.

EL RÍO QUE ME HA VISTO #

El río que me ha visto vagar por su orilla
en las tardes del verano cuando cantan las chicharras
cual sonámbulo sin nombre que es melancolía
que vuela y vuela buscando un apoyo
y no encuentra más luz que la luz del día
ni más sombra ni fuente ni camino viejo
que la honda soledad en la tarde perdida.

El río que me ha visto rezar de rodillas
con las lágrimas bañándome las manos y el rostro
y los ojos fundidos, secos y sin vida
como hierba que espera un poco de lluvia
porque ya está madura y a punto la semilla
o como golondrina que vuela y revuela
al calor del nido donde esperan sus crías.

El río que me ha visto temblar en sus aguas,
cavar un sillón en su arena fina
y sentarme en silencio mirando a las montañas
o al verde de los álamos que son melodías
dejando en libre vuelo mi cansada alma
mientras mi cuerpo sin fuerzas se dormía,
este río que me corre y me llama
por el nombre propio que me dio la vida,
ahora lo saludo como quien se marcha
y el que se queda es él aunque no lo diga
y al confín del mundo se aleja callado
el que lloró junto a él y rezó por su orilla.

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